Objetivos
Descubrir el don del amor de Dios que nos da la vida. Un amor que es personal para cada uno. Un amor que es eterno, paciente, incondicional, gratuito, infinito… y muchas más cosas que no podemos abarcar en un solo tema.
Reflexión
Poco a poco vamos descubriendo quién y cómo es Dios. ¿Qué hemos aprendido hasta ahora? […] Que Dios es nuestro PADRE, que Dios es nuestro CREADOR, que nos ha hecho HIJOS suyos.
La creación es una muestra de que Dios nos ama, darnos la vida es una muestra de que Dios nos ama. Y diréis que Dios no me ha dado la vida, me la han dado mis padres. Sí, mi papá y mi mamá han colaborado para que fuera posible mi creación. Pero es Dios, creador y dador de vida, el que hizo que mis células se fueran multiplicando y así fuera creciendo dentro del vientre de mi madre. Y es Dios quien hace posible que mis pulmones respiren oxígeno y es Dios quien da leche a las vacas y frutas a los árboles que nos sirven de alimento. Toda la creación aporta algo a mi vida. Yo existo porque Dios me da la vida. Y Dios me da la vida porque me quiere. Dice su Palabra: “Amas a todos los seres y no aborreces nada de lo que hiciste; pues, si algo odiases, no lo habrías creado. ¿Cómo subsistiría (*) algo, si tú no lo quisieras?” (Sb 11,24-25). Ama a todos los seres, luego Dios me ama. Los seres subsisten (mantienen o conservan la vida) porque Dios así lo quiere. Dios me está dando la vida continuamente, cada día. Cuando nací, pero también cuando como, cuando respiro… Dependo de Dios. Es verdad que mis padres son importantes, pero Dios es mi creador y siempre se preocupa de mí.
Dios me ama, porque “Dios es amor” (1 Jn 4,8). Si Dios dejara de ser amor, dejaría de ser Dios. Dios no puede dejar de amarnos. Nosotros también somos capaces de amar y necesitamos ser amados porque somos semejantes a Dios, que es amor. ¿A quién amáis? […] a vuestros padres, hermanos, familiares, amigos, … y ellos también os aman. Como hemos dicho antes somos capaces de amar, pero también necesitamos que nos amen. Este amor es más completo cuando existe una respuesta, una comunicación, preocupación, aprecio, ternura mutua entre las dos partes. Por ejemplo: yo amo a mi madre y mi madre me ama a mí. También así ha de ser el amor a Dios: Dios me ama y yo amo a Dios. Esto es bastante difícil pero con su ayuda podremos hacerlo.
¿Cómo es el amor de Dios?
Incondicional. Dios no nos ama por lo que somos o hacemos. Por supuesto, a Dios le agradan nuestras buenas obras y espera nuestros esfuerzos por cumplir sus mandatos, pero no nos ama porque nosotros seamos buenos, sino porque Él es bueno. Por eso su amor no se gana, se recibe; tampoco se razona, se acepta. Dice nuestro Dios: “eres precioso a mis ojos, eres estimado, y yo te amo” (Is 43,1-4).
[Ver si nosotros ponemos condiciones a nuestro amor, amamos a los que nos caen mejor, son más inteligentes, más simpáticos…. o no]
Personal. Dios me ama a mí y a ti, a cada ser humano individualmente, como si no hubiera nadie más en el mundo. Escucha sus palabras: “Porque los montes se correrán y las colinas se moverán, mas mi amor de tu lado no se apartará y mi alianza de paz no se moverá “ (Is 54,10).
Infinito. El amor de Dios no tiene fin, no tiene límites. Es tan grande como la distancia entre el cielo y la tierra, ¿os lo imagináis?. “Como se alzan los cielos por encima de la tierra, así de grande es su amor para quienes le temen” (Sl 103,11) . Dios no se cansa de amar.
[Veamos si nosotros nos cansamos de amar y por qué]
Eterno. El amor de Dios con cada ser humano es desde siempre y por los siglos: “Con amor eterno te he amado” (Jr 31,3)
Paciente. Dios nos ama con paciencia cuando nos portamos mal, espera nuestro arrepentimiento y que cambiemos nuestra conducta.
[Pensemos si nosotros somos pacientes cuando amamos o si por el contrario, cuando nos hacen daño o no recibimos recompensas o gratificaciones, dejamos de amar]
Dador. Dios nos ama tanto, que envió a su único Hijo, al que quería mucho, para perdón de nuestros pecados. Nos entregó, nos dio a su Hijo que murió por ti y por mí. (Cf. 1 Jn 4,10).
El amor de Dios es mucho más que todo esto que hoy hemos expuesto, pero al conocer cada día más a Dios, conoceremos que también así es su amor.
María Rosa Orcal